Desierto de arena

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Entre un desierto de arena

de repente me encontré

una flor que al ser tan bella

su belleza contemplé.

Mas sin quererme dar cuenta

de sus pétalos salían

chorros y chorros de sangre

que por verla… ¡se moría!.

Le pregunté la razón…

si es que al mirarte te hiero

dímelo para saberlo,

para apartar la mirada,

para saber lo que siento.

«Escúchame peregrino

vas viajando en un desierto

hasta ahora no me has visto,

mi nombre va con mas nombres

que dieron su nombre al tiempo.

Yo siempre estoy a tu lado

cuando estás solo… ¡te siento!

y al rebuscar entre nada

tus ojos miran con miedo,

otras veces sin embargo

te agrado, me necesitas, me amas

y yo entonces… ¡te quiero!.

Soy la que te acompaña

en esos duros momentos

en que tu mente descansa

de otras mentes, de otros sueños,

para mirar hacia dentro

de ti mismo, en tu silencio.

Momentos, breves momentos,

momentos, largos momentos,

son esos cuando te siento.

Ahora me estas viendo

te parezco muy bella

me tocas, me acaricias,

con tus ojos me llenas

y al llenarme me desgarras

me robas mi pura esencia.

Mil veces me has traicionado

y lo seguirás haciendo,

otras tantas me buscaste

y me seguirás teniendo.

Yo tengo múltiples formas

hoy me ves como una flor

nacida entre su desierto,

procura nunca encontrarme

como serpiente o veneno,

porque entonces sufrirás

mas que ahora estoy yo sufriendo.

Sal pronto de este desierto

porque mi sangre

envenena tu sangre

¡Cuánto lo siento!.

Cuando encuentres a alguien

que le narres nuestro encuentro

dile que viste llorar a una flor

en un desierto

y que al verme contemplada

mi corazón, mis entrañas,

mataste sin tu quererlo;

mas de la muerte renace

la esencia en que me mantengo.

¿Mi nombre?

mi nombre va con mas nombres

viajando en tu mismo tiempo,

al salir de este desierto

lo escucharás entre ecos,

no te hará daño el saberlo».

¡Soledaaad!

¡Soledaaad!

miré hacia atrás y…

¡No había desierto!.

Jóse Saroa

De las fortunas …

De las fortunas que un hombre

pueda lograr alcanzar

hay una que está en su mano

y … ¡no la sabe encontrar!.

Llena de inmensa alegría

colma vasos sin bosar

es luz dentro de tinieblas

satisface sin hastiar

hija de la libertad

compañera del amor

y eterna fidelidad,

vuela sobre el Universo

con un mensaje de paz

llega al corazón del hombre

que conoce la humildad

que sabe de las razones

que ciega a la humanidad.

«Amigo…

¿ no me conoces?

de niño solías jugar

pasabas horas y horas

conmigo en tu intimidad,

me olvidaste con el tiempo

y no sabes recordar

¡yo nunca te abandoné!

te hiciste adulto y… ¡ya ves!

tu sentimiento cambiaste

por míseros intereses

me vendiste, me ultrajaste

y sin piedad te burlaste

hasta dejarme en la calle.

Y… ¡ahora!

ahora vienes a comprarme

con tus banales fortunas

llenas de polvo y de aire…

¡sigues en tu necedad!

sólo encuentras tus iguales

esos que por ambición

besan tus pies y son capaces

de arrastrarse por el fango

¡igual que tú… igual que tú

te arrastraste!.

Cuando quieras encontrarme

búscame donde dejaste

tu sentimiento dormido

sin miedo ni falsedades

volverás a ser mi amigo

compañero inseparable

remontaremos montañas

volando como las aves

recorreremos caminos

limpios de fango…

¡brillantes!.»

Hija de la libertad

compañera del amor

y eterna fidelidad,

hoy por fin que ya te encuentro

siento gritar a mi alma

pregonar desde muy dentro

tu nombre sencillo y pleno:

¡¡¡AMISTAD!!!.

Jóse Saroa