La armadura de Quijote
yo la quise hoy probar
y en la tierra los gigantes
no me dejaron andar.
Con el penacho no ví,
con los guantes no palpé,
las espuelas no calcé,
lanza en ristre no tomé
total… ¡Para qué!.
El escudo lo dejé
que tantos hoyos
tenía que parecía un gruyere…
¿Con el resto?… ¡Ni lo sé!.
Total que desnudo fui,
por el camino caí
y luego me levanté,
la cabeza yo giré
y las estrellas gocé,
mis manos estaban frías
con fuego las calenté,
mis pies ya no erán sostén…
tan destrozado quedé
cuando el camino acabé
que el pobre de Sancho dijo:
“Vivid, señor, pero al tiempo
dad descanso a vuestros sueños,
a la realidad cordura,
a vuestro cuerpo sustento,
a vuestro cansancio lecho.
Luego si querer quereis
¡Soltad vuestras amarguras!
y a Dulcinea, de mi parte,
deis por favor mis recuerdos.”
Jóse Saroa